EL HUERTO ESCOLAR •11
CUIDAR EL SUELO DEL
HUERTO
¿Qué tal, amigas/os? Ya sabréis que el suelo es necesario
para que las plantas cultivadas
se desarrollen sobre él; que es donde habitan millones de
organismos necesarios para la vida. ¿Cómo hay que cuidar el suelo del huerto
para conservar su fertilidad?
La tierra se laborea. ¿Qué labores habéis realizado hasta
ahora en el huerto escolar? Mediante el laboreo del suelo lo que buscamos es
mejorar las condiciones de vida para las plantas cultivadas: la aireación y
permeabilidad del suelo, poner los nutrientes a su disposición, etc.
Pero hay que laborear con cuidado para no estropear la
“estructura”del suelo, o sea, la
forma en que se “agregan” sus componentes, por medio de una
especie de cemento que forman la arcilla y el humus. La mejor estructura es la
“migajosa”, con granos semejantes a migas de pan.
No confundáis esos “agregados” con los “terrones” que quedan
al voltear la tierra. ¿Se os han formado alguna vez terrones resecos y duros
como piedras? Eso es precisamente un síntoma de que se ha laboreado mal la
tierra.
Podéis mejorar la estructura del suelo laboreándolo
adecuadamente. Un suelo arcilloso, especialmente, no debéis laborearlo nunca
demasiado húmedo, sino “en tempero”, o sea en el punto adecuado de humedad.
Haced diversas pruebas hasta que apreciéis bien el punto correcto. Añadir humus
mejora la estructura de un suelo arenoso (de grano demasiado suelto). Recordad
que en el huerto escolar debéis ir siempre por los caminos; la tierra debe
pisarse lo menos posible, únicamente cuando sea imprescindible.
Tampoco es bueno laborear demasiado: si se abusa del
motocultor por ejemplo, se mulle momentáneamente, pero como se llega a romper
la estructura del suelo (se “pulveriza” el suelo), a medio plazo el suelo se
compactará más.
El suelo se acolcha. Podéis proteger el suelo de las
parcelas cultivadas mediante el acolchado de su superficie; o sea, disponiendo
algún material que evite que los rigores
del clima perjudiquen el suelo, que crezcan las hierbas
competidoras, etc. Os proponemos materiales como la paja, la hierba cortada, el
compost… además se van descomponiendo y enriquecen el suelo de materia
orgánica.
Si en vacaciones o durante épocas largas no vais a cultivar
el huerto escolar, no dejéis su superficie desnuda: puede erosionarse o
proliferar hierbas que luego cuesta erradicar. Una alternativa es hacer un
cultivo que sirva de “abono verde”, o sea, que no sirve para producir
hortalizas, sino para crecer rápido, cortarlo, dejarlo descomponer un tiempo
encima del terreno, y mezclarlo luego con la capa superficial. Si además es una
especie de la familia de las leguminosas, proporciona nitrógeno al suelo
fijándolo del aire.
El suelo se erosiona. ¿Habéis observado cómo tras una fuerte
lluvia los ríos bajan turbios?, ¿o cómo porciones enteras de terreno se
derrumban sobre las carreteras? Son los efectos de la erosión del agua sobre el
relieve.
Observad cómo queda la superficie del huerto escolar cuando
está desprovisto de vegetación y cae una fuerte lluvia. ¿Qué queda al secarse
los charquitos formados? La fuerza de la lluvia ha “erosionado” la tierra, ha
destruido los agregados que le dan estructura; las partículas de arcilla se
depositan formando “una pasta”, y cuando el sol las calienta se forma una
costra dura. Para evitar esto, conviene que hagáis una escarda para romper la
costra, antes de que el sol la endurezca.
Podéis comprobar los efectos de la erosión, construyendo un
“erosiómetro”: haced un cajón rectangular, colocando en una de las caras una
rejilla. Llenadla con varias mezclas de diferente composición: arena, arcilla,
materia orgánica.
Inclinadla unos 45º y regadla por la parte alta, recogiendo
el agua que sale por la rejilla. Comparad los resultados entre un terreno desnudo
y uno protegido por la vegetación. Comparad también el efecto de la mayor o
menor pendiente.
¡Alto a la erosión! Observad en vuestro huerto escolar
cuando llueve fuertemente: por dónde escurre el agua superficialmente, dónde se
acelera o disminuye su velocidad, si se agravan los efectos de la erosión donde
confluye más caudal de agua, etc. Podéis empezar a prevenir la erosión desde el
mismo momento en que diseñéis el huerto: disponed las parcelas y caminos para
que frenen la velocidad del agua; si tenéis pendientes fuertes, podéis
aterrazar el terreno. Un buen método para hacerlo es clavar estacas, y poner
tablas horizontalmente. En algunas serrerías podéis comprar tablas de acacia,
que son muy resistentes a la pudrición.
.Si las pendientes son demasiado fuertes, desistid de
utilizarlas como huerto. Aprovechad los taludes de mayor pendiente para plantar
pequeños árboles frutales que los afiancen con sus raices.
El suelo no es más que una fina capa entre la roca y la
atmósfera, pero importantísimo,
porque mantiene la vegetación terrestre, y por consiguiente
a otros muchos seres
vivos, y por supuesto, a vuestros cultivos.
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